Hoy vuelvo con otro edificio (bien alto, además) de los clásicos de
la arquitectura: La Torre Eiffel. Esta estructura de la capital francesa, que fue
construida entre 1887 y 1889 para servir como presentación a la Exposición
Universal de París de 1889, se ha convertido en un verdadero icono de la ciudad
que, al igual que el Empire para los turistas de Nueva York, es una parada obligada
al visitar la urbe. Situada en la orilla sur del río Sena, en el extremo del
Campo de Marte.
De 324 metros de altura máxima, tiene tres plantas de observación,
a las que se puede subir por escalera y ascensor. Se utiliza, aparte de como
atractivo turístico de París, como torre de telecomunicaciones. Con una base de
125 metros por otros 125, su estructura de hierro al aire libre da un toque
moderno que no causó, especialmente, furor en su época.
He elegido la Torre Eiffel para este post porque me parece que,
aparte de que pueda ser un edificio precioso, es una obra de arte indiscutible.
Por otra parte, el hecho de que Gustave
Eiffel la diseñara con la estructura vanguardista que tiene, en una época en la
que el cálculo de estructuras no estaba, al menos comparado al de ahora, demasiado
avanzado, es motivo de sobra para incluirla en este blog y dedicarle estas
líneas.
Impactante vista de la torre desde su base (Google images) |
Es digno de mención, lo conozco y es efectivamente impresionante.
ResponderEliminarImpresionante y como bien dices icono de París.
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